Cuento de hadas
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El día de Latveria se celebra realizando un torneo con lanzas al modo de las antiguas gestas. Muerte escogió como día nacional el día del cumpleaños de su madre, así que la fecha cumple un doble objetivo. Valeria está contenta que Muerte haya accedido a sus deseos y esté dedicándose a hacer el bien ayudando a los países subdesarrollados. Mientras una nave no autorizada se acerca hacia el Castillo así que las fuerzas de Muerte la abaten, se trata de la Mujer Invisible quien ha protegido la nave del impacto gracias a su campo de fuerza. La mujer no está dispuesta a esconderse más y al reunirse con Muerte le dice que quiere a su hija. Muerte recalca que no tiene a Valeria prisionera y que la niña es libre de irse con quien ella desee, pero Valeria le asegura que está bien donde está, pese a todo escucha los argumentos de su madre quien cree que si regresa y le dice a su padre que lo ha perdonado ayudará a Reed a evitar que cometa errores que piensa va a hacer. Pero todavía existe la orden de alejamiento sobre ellos, por lo que no sería factible que regresara. Aún así Sue insiste. Valeria decide revelarse ella misma, ya que Sue descubre que estaba hablando con un androide y se reafirma en su intención de quedarse. Sue estalla y le ordena regresar con ella. Muerte interviene y la situación se empieza a tensar. Sue está enfurecida con Muerte, en particular por haber matado a su yo futuro, así que lo ataca con sus campos de fuerza. Sue aleja a Valeria y ataca a Muerte con todo su poder. Las fuerzas de Muerte intervienen y atacan a la Mujer Invisible, pero Muerte les ordena detener el fuego. Muerte intenta invadir la mente de Sue, pero se da cuenta que ya está ocupada. Sue no sabe de que está hablando y lo ataca golpea con fuerza lanzándolo por los aires y dañando seriamente su armadura. Muerte considera que ya no es Susan si no Malicia y antes de que pueda hacerle algo más, Valeria se interpone para proteger a Muerte y le dice que algo malo le está ocurriendo, ya que su madre no haría algo así. La niña le hace notar los destrozos que ha causado con la lucha y le asegura que le da miedo. Con lágrimas en los ojos, la Mujer Invisible se marcha en la misma nave en la que llegó.
