¡La guerra del Dios Sol!
AT 5
Ka-Zar logra liberarse de la presa del pterodáctilo de Zaladane. Al forcejear con la sacerdotisa causa que la bestia voladora se estrelle, pero pese a ser su enemiga Ka-Zar protege con su cuerpo a la mujer para que no sufra daño en la caída. Mientras tanto, el Hombre Petrificado dotado del poder de Garokk ve como un grupo de sus fieles es atacado por una serpiente de agua gigante, en un intento para salvarlos calcina a los dos, a la bestia acuática, pero también a los hombres que intentaban escapar de ella. El trauma lo hace enloquecer y pensar que todo debe morir, tanto bestias como hombres. Ka-Zar ayuda a Zaladane a levantarse, le dice que no siente rencor hacia ella pues considera que actuaba siguiendo sus creencias. Sus palabras han hecho recordar a la sacerdotisa que si el origen de la creación del Hombre Petrificado es cierto, entonces está maldito y para demostrárselo lo guía hasta el interior del templo de Garokk. Allí hay un pozo negro de líquido que usan para calentar las casas, pero que si se bebe otorga la inmortalidad, pero también la locura. Para curarse de la maldición es necesario bañarse en el pozo, y la inmortalidad será removida. Ka-Zar se queda absorto mirando el líquido burbujeante y cuando se gira Zaladane lo ha abandonado dejándolo a merced de la bestia que custodia el pozo. Tongah y Zabú llegan hasta donde se encuentra el Hombre Pétreo quien amenaza con exterminarlos, pero de pronto Zaladane lo invoca y el ser centenario desaparece teleportado. Mientras Ka-Zar lucha contra la bestia del pozo, en su locura el Hombre Petrificado ataca a la sacerdotisa. Ka-Zar derrota a la bestia del pozo y sale corriendo para luchar contra el Hombre Petrificado, ya que no consigue hacer que entre en razón. Los rayos del Dios Sol debilitan el suelo y ambos caen en la cámara del pozo, así que Ka-Zar arroja al Hombre Pétrificado a su interior. Para su sorpresa el remover la inmortalidad causa que el hombre envejezca aceleradamente y se reduce a cenizas delante de sus ojos. Zaladane aparece corriendo para ver que ocurre. Ka-Zar no tiene fuerzas para condenarla y abandona la cámara subterránea. De pronto la bestia guardiana ataca a Zaladane, Ka-Zar da media vuelta para socorrerla, pero el templo mismo se viene abajo por el suelo debilitado y la bestia y la sacerdotisa desaparecen bajo los escombros.
